“ La nova crítica es distancia de la utilització interessada del corpus literari i abomina els tecnicismes i la retòrica professoral sense ànima, sovint poc comprensible i mancada d´interès pràctic”.
Esta es la afirmación del texto leído en clase que mejor resume lo que pienso acerca de la situación que vive la crítica cultural. A menudo nos encontramos con textos periodísticos que intentan darnos su visión sobre una exposición, un libro, una película o una obra de teatro de una forma terriblemente pomposa y aburrida. Por supuesto que alabo e insto a todo periodista a escribir textos de calidad, con ingenio y originalidad, recurriendo a un léxico preciso. Sin embargo, pienso que existe una especie de burbuja donde sólo tienen cabida “una colla de set o vuit crítics literaris”, como bien denuncia Isabel-Clara Simó. Se tiende al lenguaje enrevesado, espeso; a establecer metáforas y comparaciones que no cualquier lector puede asimilar y comprender. Cuanto más rara y menos conocida por el “populacho inculto” sea una palabra, mejor. Es más chic y así el ego crece y crece…
Creo que se pueden expresar ideas, opiniones y recomendaciones de una forma clara y conseguir al mismo tiempo un gran impacto con lo que estamos escribiendo. Claro que cada uno tiene su estilo y forma de escribir, pero no olvidemos para quien escribimos y quien nos va a leer. No mezclemos el papel de escritor y el de periodista. Son dos cosas distintas. El periodista ha de hacer posible que el lector entienda de que se está hablando y no alimentar al monstruo del perversismo de las peores mafias y élites culturales. ¿Nunca habéis acabado de leer un texto y os habéis quedado igual que estabais al principio? No sé, quizás sea yo la ignorante, pero no me importa decir que soy ignorante. Estamos aquí para aprender, empaparnos de lo máximo posible y a partir de ahí, empezar a jugar nuestro papel como futuros periodistas.
En conclusión, no sigamos alejándonos de la realidad del lector. No nos alejemos de quienes al fin y al cabo, nos dan o darán de comer. Y quien piense que no se puede “rebajar” al vulgarismo y mal gusto de los lectores, que se dedique a la literatura, que también es una buena opción. Así al menos podrán deleitar con los vocablos más exquisitos a sus estimados compañeros de su grupo de élite.
Esta es la afirmación del texto leído en clase que mejor resume lo que pienso acerca de la situación que vive la crítica cultural. A menudo nos encontramos con textos periodísticos que intentan darnos su visión sobre una exposición, un libro, una película o una obra de teatro de una forma terriblemente pomposa y aburrida. Por supuesto que alabo e insto a todo periodista a escribir textos de calidad, con ingenio y originalidad, recurriendo a un léxico preciso. Sin embargo, pienso que existe una especie de burbuja donde sólo tienen cabida “una colla de set o vuit crítics literaris”, como bien denuncia Isabel-Clara Simó. Se tiende al lenguaje enrevesado, espeso; a establecer metáforas y comparaciones que no cualquier lector puede asimilar y comprender. Cuanto más rara y menos conocida por el “populacho inculto” sea una palabra, mejor. Es más chic y así el ego crece y crece…
Creo que se pueden expresar ideas, opiniones y recomendaciones de una forma clara y conseguir al mismo tiempo un gran impacto con lo que estamos escribiendo. Claro que cada uno tiene su estilo y forma de escribir, pero no olvidemos para quien escribimos y quien nos va a leer. No mezclemos el papel de escritor y el de periodista. Son dos cosas distintas. El periodista ha de hacer posible que el lector entienda de que se está hablando y no alimentar al monstruo del perversismo de las peores mafias y élites culturales. ¿Nunca habéis acabado de leer un texto y os habéis quedado igual que estabais al principio? No sé, quizás sea yo la ignorante, pero no me importa decir que soy ignorante. Estamos aquí para aprender, empaparnos de lo máximo posible y a partir de ahí, empezar a jugar nuestro papel como futuros periodistas.
En conclusión, no sigamos alejándonos de la realidad del lector. No nos alejemos de quienes al fin y al cabo, nos dan o darán de comer. Y quien piense que no se puede “rebajar” al vulgarismo y mal gusto de los lectores, que se dedique a la literatura, que también es una buena opción. Así al menos podrán deleitar con los vocablos más exquisitos a sus estimados compañeros de su grupo de élite.
3 comentarios:
Ciertamente, el hecho de que un periodista trabaje el grado de empatía con su posible lector es, des de mi punto de vista, esencial. Pues como comentas, al fin y al cabo somos comunicadores y hemos de apostar para que el mensaje llegue claro al receptor. Sin embargo, y con ello me llamo yo también ignorante si es necesario, muchas veces no llegamos a comprender a dónde lleva un escrito en los medios. En este punto me pregunto si es que la cultura de masas es tan llana que no llegamos a unos mínimos requisitos para comprender lo más básico. Si es así, entonces, ¿qué ha de hacer el periodista? Quizás ha de dar coba a sus conocimientos y marcar aún más el abismo entre la cultura de élite y la de masas. Quizás, deba ser consciente de la heterogeneidad y las grandes lagunas de su público y trabajar para solventarlo. Esto segundo es más lento, más utópico, característico de una estudiante de periodismo que aún piensa que, con un periódico debajo del brazo puede cambiar el mundo. Igual es simplemente la decisión personal del comunicador entre querer diferenciarse entre su grupo de élite o bien ampliarlo. En fin, supongo que es un terreno embarrado.
El lector perezoso y sectario es alimentado por el columnista en su pereza y su sectarismo, y le pide a cambio no que le deslumbre o que le desafíe, sino tan sólo que le confirme en sus prejuicios.
N’hi ha formes i "formes" d’arribar al gran públic. Crec que el crític no ha d’establir un cànon. Un bon crític ha de posseir un bagatge teòric que li permeti fer un procés d’interiorització del llibre o producte cultural, però també ha de conèixer i denunciar els mecanismes de processos creatius a la inversa on els productes no neixen de la voluntat de l’artista, ans al contrari veuen la llum degut a una voluntat comercial derivada d’estudis de mercats. Un bon periodista ha de ser un coneixedor multidisciplinar de la cultura. Té com a un dels objectiu enderrocar la guàrdia pretoriana que protegeix el mite i relacionar-se amb ell de tu a tu, més enllà dels eslògans.
Molesta que s'utilitzin paraules enrevessades només per aparentar, per fer quedar als altres en una situació inferior. O, millor dit, per quedar en una situació molt superior. Però mira, si ells ho volen fer així per consolidar la màfia, endavant...
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